La humanidad vive un tiempo de información masiva y, paradójicamente, un tiempo de desinformación masiva por las noticias falsas que siempre existieron, pero nunca tuvieron una difusión e impacto tan grande como ahora por el acceso a Internet y sus diversos dispositivos tecnológicos, principalmente las redes sociales.
Atrapada entre dos fuegos, la gente no sabe con precisión cuál es información verdadera y cuál es falsa (fake news). Es una situación que afecta a la credibilidad y el ejercicio periodístico, dicen algunos estudiosos, pero no solo debe preocupar a los periodistas, también a los líderes y organismos locales e internacionales que buscan la convivencia humana pacífica porque la información manipulada con información falsa (fake news), no solo desorienta, también puede llevar a actos de violencia, a la muerte.
En este proceso de desinformación no están involucradas únicamente personas individuales, también agrupaciones creadas específicamente para este fin.
“Los motivos que mueven a estas organizaciones a generar este tipo de contenido son de interés económico, pues las noticias sensacionalistas o no verdaderas generan gran audiencia que a su vez se traduce en monetización del contenido (clickbait); interés político, ya que una noticia falsa con un alto impacto puede atentar a un partido o gobierno, e incluso manipular resultados electorales; e interés social, que genera desestabilidad en la población o promueve algún comportamiento o filosofía (Pérez, Alcolea y Nogales, 2018, p. 267). Por esta razón, es importante asignar una consideración relevante a dicho fenómeno para estudiarlo y, sobre todo, revelar cuáles son las técnicas más utilizadas para hacer frente a esta problemática que impide a los ciudadanos mantener un acercamiento hacia la veracidad de la noticia”, dice el estudio: ‘Las fake news y las estrategias de verificación del discurso público’ Caso Ecuador Chequea, de Gustavo Cusot e Isabel Palacios, publicado por la Universidad San Francisco de Quito. 28 octubre 2019.
Al hablar de los “Medios digitales y noticias falsas”, ellos agregan: “Un mal potencial para los ciudadanos es, sin duda, el auge de las noticias falsas (fake news). Este término es ampliamente conocido dentro de las disciplinas de la comunicación, principalmente en el periodismo, pues su principal objetivo es la desinformación mediante la creación de mentiras, pero con apariencia de noticias de contenido verificado, para desorientar a los lectores y a la población en general sobre hechos coyunturales de carácter político, comercial o social”.
“Fake news es una expresión a la que tendremos que acostumbrarnos. Una expresión que nos dice que la realidad, en el siglo XXI, se está volviendo falsa” (Illades, 2018, p. 13). Esto indica la urgencia de atender este fenómeno con responsabilidad y criterio, pues la promoción del contenido engañoso no es exclusiva de la política, que de por sí compromete la seguridad de una nación; sino que también incursiona en otros ámbitos que generan secuelas igualmente catastróficas: la salud, la ciencia, entre otros”.
Tipos de Fake News
La Federación Internacional de Periodistas, generó una publicación para esclarecer y visibilizar el fenómeno de las Fake News, a modo de guía para periodistas y para la sociedad en general para identificarlas, evitar su reproducción y desmentirlas.
En este documento se detallan 7 tipos de información falsa:
- Sátira o parodia: No pretende causar daño o engaño.
- Contenido engañoso: Se trata del uso engañoso de la información para incriminar a alguien o algo.
- Contenido impostor: Es el tipo de información que suplanta fuentes genuinas.
- Contenido fabricado: Contenido nuevo que es predominantemente falso, diseñado especialmente para engañar y perjudicar.
- Conexión falsa: Cuando los titulares, imágenes o leyendas no confirman el contenido.
- Contexto falso: Cuando el contenido genuino se difunde con información de contexto falsa.
- Contenido manipulado: Cuando información o imágenes genuinas se manipulan para engañar.
Acciones para detectar Fake News
Cusot y Palacios señalan: “Existen diversas plataformas de chequeo de datos, que no son masivas, pero que poco a poco se afianzan dentro de las tareas de los profesionales del periodismo. Álvarez-Gromaz y López-García (2016) destacan algunas de las iniciativas de fact-checking que se encuentran actualmente activas, entre ellas:
- Factcheck.org: pionera en el área, creada en el 2003, Estados Unidos. Se destaca su sección de “Ask Fact Check”, en donde los usuarios plantean interrogantes sobre cualquier ámbito para ser chequeadas.
- El verificador del hecho, en The Washington Post: creado en el 2007 para calificar de manera dinámica la veracidad del discurso público y de las declaraciones de personajes políticos mediante la animación de Pinocho.
- Chequeado: pionera en esta actividad en América Latina. Esta plataforma argentina, creada en el 2010, verifica la veracidad de discursos de políticos y de informes de medios locales. Una de sus secciones destacadas es “mitos y fraudes”, en la cual los usuarios pueden revisar la veracidad de la información.
- EUfactcheck.eu: primera plataforma europea de chequeado, creada en el 2014. El sitio web, disponible en diversos idiomas, permite a los usuarios ofrecer declaraciones para analizarlas y verificarlas (Álvarez-Gromaz y López-García, 2016, p. 8)”.
Fuentes: IFJ, BBC y USFQ
